Cochinilla algodonosa o Cotonet

Cochinilla algodonosa o Cotonet

La cochinilla algodonosa o Planococcus citri, por su nombre científico, es un tipo de insecto de la familia Coccidae que tiene especial fijación por los cítricos. También conocida como Cotonet o cochinilla blanca, este insecto es a veces confundido con otro insecto de similar apariencia llamado Cotonet de Sudáfrica o Delottococcus aberiae.


Esta confusión se produce sobretodo al inicio de su ciclo vital, ya que durante los primeros estadios ambos son de aspecto algodonoso. Sin embargo, a medida que va madurando, el Cotonet de Sudáfrica se diferencia del Planococcus citri en los penúltimos filamentos, que son mucho más largos que el resto. Además, presentan una línea dorsal claramente visible.

 

Recientemente, se ha descubierto por un grupo de investigadores españoles y holandeses que la cochinilla algodonosa es la responsable indirecta de la muerte de multitud de polinizadores, entre los que se encuentra la Apis mellifera.

 

En el estudio realizado se comprobó que el empleo en los cultivos de determinados pesticidas no sólo mataba la población de polinizadores de manera directa. Si no que las cochinillas que se alimentaban de las plantas contaminadas con tiametoxam e imidacloprid, secretaban una sustancia, conocida como “melaza” o “mielada” contaminada. Las abejas que se alimentaron de esa melaza acabaron muriendo intoxicadas por este motivo, aunque no hubieran recogido el néctar y polen de las flores tratadas.

 

Características de la cochinilla algodonosa

Esta especie presenta una forma ovalada con la mencionada línea dorsal. La hembra adulta, de color amarillento, está recubierta de secreciones céreas que simulan el algodón. Posee un gran número de patas (18), lo que le permite desplazarse libremente. Y al igual que ocurre con su cuerpo, segrega una gran cantidad de filamentos algodonosos que recubren la superficie de la planta. Estas secreciones tienen como fin el de proteger a los huevos para asegurar su supervivencia.

 

En cambio, los machos son alados, sin esas secreciones algodonosas y con una esperanza de vida muy limitada. Como ocurre en gran parte de la clase Insecta, a la que pertenecen todos los insectos, la única función del macho es la de fecundar a la hembra. Por su parte la hembra es áptera, o lo que es lo mismo, no posee alas.

 

Reproducción del Planococcus citri

Su reproducción, como hemos adelantado, es de tipo bisexual. La hembra una vez fecundada depositará hasta 2.000 huevos en la planta en condiciones favorables. Estas condiciones suelen exigir una temperatura elevada (30ºC aprox.) y una alta humedad.

 

En países como España, donde las condiciones en primavera y verano son bastante favorables, pueden llegar a darse de 4 a 6 generaciones de cochinilla algodonosa en un año. Las hormigas juegan un papel importante en la dispersión de las larvas de este insecto. Debido a que se alimentan de la melaza producida por el Cotonet, las larvas de éstos se adhieren a sus cuerpos y acaban siendo transportadas a otras partes de la planta de forma accidental.

 

Si el macho muere una vez fecunda a la hembra, ésta última lo hará también en cuanto ponga los huevos. Una vez que la hembra alcanza la etapa adulta, segrega una feromona sexual que atrae a los machos. Estos emprenden el vuelo en busca de una hembra a la que fecundar a primeras horas de la mañana.

 

Síntomas de cochinilla algodonosa

La cochinilla algodonosa es un insecto muy polífago que no rechaza casi ningún árbol frutal. Aunque es especialmente conocida por su impacto en las plantaciones de cítricos, la cochinilla algodonosa también se alimenta de plantas ornamentales como como la adelfa, el ficus, el geranio, etc. El cotonet se alimenta de la savia de las plantas que parasitan, debilitando su salud. Aunque lo más habitual es que lo hagan desde las partes aéreas de las plantas (hojas y tallos), algunas cochinillas también se alimentan a través de las raíces.

 

La cochinilla algodonosa bloquea la fotosíntesis de la planta, lo que impide su crecimiento normal. Esto provoca el amarilleamiento de las hojas, seguido en muchas ocasiones de la defoliación o caída de las mismas. Encontrándonos ante una planta que no es capaz de realizar el proceso de fotosíntesis con normalidad, lo más habitual es que sus flores y frutos también caigan.

 

La savia de las plantas es muy rica en azúcares, pero pobre en proteínas. Por lo que la cochinilla blanca debe ingerir grandes cantidades para obtener el aporte necesario de proteínas. Al absorber la savia, la cochinilla elimina el exceso de azúcar, secretándolo en forma de mielada o melaza de aspecto algodonoso. Esto suele a su vez provocar la aparición de otras plagas como el hongo de la negrilla.

 

En los primeros estadios en los que apenas hay síntomas visibles en la planta, no es fácil su identificación. El cotonet suele estar localizado en las partes menos visibles de la planta para escapar del sol y el viento directo. Normalmente, lo encontraremos en el envés de las hojas.

mariquita Cochinilla algodonosa o Cotonet

Una vez que tenemos la certeza de estar ante una plaga de cotonet, tenemos varias alternativas. En primer lugar, podemos acudir al control biológico mediante el empleo de sus depredadores naturales, como es el caso de Cryptolaemus montrouzieri o la mariquita común (Coccinella septempunctata). Aunque la presencia de hormigas puede dificultar la acción de limpieza de esta cochinilla.

 

En segundo lugar, sería interesante tener en cuenta los remedios naturales para eliminar la cochinilla algodonosa. Entre esos remedios encontramos los siguientes:

 

Aceite de parafina: este hidrocarburo proprociona una capa protectora con una alta persistencia.
Jabón potásico: esta solución actúa por contacto, reblandeciendo la cutícula de las plagas y asfixiándolas.


Piretrinas naturales: son una mezcla de compuesto orgánicos naturales extraídos de algunas flores, como los crisantemos, con propiedades insecticidas.


Tierra de diatomeas: gracias a la estructura natural de estas algas y su contenido en sílice, esta tierra logra actuar de manera física y por contacto con un efecto secante.

Como última vía, podremos acudir al empleo de insecticidas químicos. Aunque siempre correremos el riesgo de eliminar aquellos insectos que sí resulten beneficios para nuestros cultivos.

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